Un nuevo bar y un restaurante
Por Juan C. Luque Varela, Cronista oficial de la
Villa
Vamos
a retroceder en este artículo a finales de la década de los 60 y principios de
los años 70 del pasado siglo. En estos años, provechando el <<Bum>>
del seiscientos, el turismo
<<dominguero>> de mar, playa y el Rocío, se abren dos
negocios de nueva planta a pie de carretera. Uno se levantó frente al famoso
Bar La Granja, el otro, un moderno
restaurante, frente al antiguo bar <<la Gasolinera>>. Los dos abrieron sus puertas al calor de una novedosa
clientela que repercutió en nuestra
economía, sobre todo en el sector servicios, gracias a que la carretera de Sevilla a Huelva
tomó un especial auge de vida. Estos dos nuevos bares dieron la espalda al
posible cliente de la localidad, ante las expectativas de consumo que
presentaba una clientela foránea y de paso.
Proyectado
como restaurante de carretera, los hermanos Jesús y Jaime mandaron a construir
el que sería <<Hostal Ruta del Mar>>. Un establecimiento hostelero
que no tenía nada que ver con el típico y tradicional bar de pueblo, no solo
por la decoración interior y la arquitectura del edificio, sino por el estilo
del servicio y la atención al cliente. Contaba,
además de una larga barra el <<L>>, con un salón comedor
alegremente iluminado por grandes huecos acristalados. Los propietarios, posiblemente
con poca experiencia y profesionalidad en este negocio, tras varios golpes de
timón intentan reflotar y atraer nueva clientela, para ello relaja el servicio
como restaurante y potencia el negocio como cafetería y bar de tapas. Hasta
entonces el ciudadano local había pasado de largo, aunque en temporada de verano
los paisanos que desde Francia, Cataluña, Madrid y Levante, que retornaban por
vacaciones a su terruño, lo descubrieron y lo pusieron de moda como terraza de
verano, sobre todo en las noches, donde se refrescaban de los tórridos días
estivales.
Finalmente
y tras varios tropezones decidieron poner el restaurante en alquiler. Allí
recalaron, además de algún foráneo, tres personas de la localidad: <<Chelín>>,
Rafael Borrego Cárdena y José Antonio Luque Caraballo. Este último cerró definitivamente en 1989.
Este fue el primer negocio que feneció
por mor de la nueva autopista Sevilla –
Huelva (A 49), bautizada para la Expo del 92 como Autopista del Quinto
Centenario.
Coetáneo
con el anterior fue el bar <<La
Pradera>>, inaugurado por Fernando Luque Reinoso en el solar de la
antigua casa de <<Regalao>>. Un bar que, además de atender al
viajero, granjeó una clientela local compartida con otros establecimientos. La
finca fue adquirida posteriormente por
José Fernández Martínez (Dila) que continuó con el negocio poniéndolo en
alquiler. En su dilatada trayectoria
como bar, la explotación de este negocio ha pasado por un buen número de
arrendatarios: Félix Romero, Eduardo Herrero y algún tiempo que lo regentó el
mismo propietario. Posteriormente lo alquiló Manuel Delgado Davalo hasta
finales de 1993, para continuar con una larga lista de arrendatarios, hasta
llegar a la familia Delgado-Rebollo que aún le mantiene abierto.
Todos
los bares del <<Prao>>: La Gasolinera, La Granja, La Pradera y Ruta
del Mar tenían puestos los ojos en unos
clientes que poco a poco fueron desapareciendo, paralelamente al descenso y la
afluencia de tráfico por la carretera Sevilla - Huelva, descuidando la corta
pero fiel clientela de un pueblo que, entre partidas de cartas y dominó; la
radio, la televisión y la prensa, fomentaba la tertulia y los encuentros entre
la ciudadanía local.
Actualmente
si estás en la puerta de cualquier bar, (porque dentro no se puede fumar) no sabrías decir si de los que entraron y salieron,
algunos te saludaron. Hoy hay mucha prisa, no podemos entretenernos en palabras
vanas. Y si estás dentro, el ruido, el televisor a toda voz (aunque nadie lo
esté ni siquiera mirando) y las tragaperras, hacen que dos paisanos, de los
seis u ocho clientes del bar, tengan que levantar la voz para comunicarse. Mientras
unos, cada cual en su aislamiento total,
emborronan palabras por
<<WhatsApp>>; otros se comunican por el móvil dando pasos a
izquierda y derecha, adelante y atrás, gesticulando con el brazo que le queda
libre. Ya no existe la palabra sosegada
ni la cultura tertuliana de aquellos bares de antaño, hoy
hasta los periódicos de todos los días se mueren en el velador,
esperando manos que le acerquen a otros ojos que les dé vida.
En
la actualidad son tres los bares que prestan sus servicios, todos ellos a pie
de carretera y en la zona conocida como <<El Prao>>. Como pueden,
cada cual saca adelante su negocio y se reparten una mermada clientela afectada
por una pertinaz crisis que está haciendo historia.
El Casino de Lucas (anterior Bar La Pradera), está regentado por
las hijas de la familia Delgado-Rebollo. Ellas imprimieron un cambio en la
decoración, la carta de tapas y al
nombre del establecimiento en memoria del abuelo, aquel profesional de la barra
que fue Lucas Rebollo Medel. De las hermanas, la responsable de la atención a
los clientes es Beatriz Delgado Rebollo (Bea).
La Gasolinera, bar que desde
1988 continúa regentado por sus propietarios, el matrimonio Fernández-Rodríguez,
mantiene una fiel clientela durante todo el año, atendiendo
a sus incondicionales de las partidas de dominó y los lectores de la prensa que
diariamente está al servicio de los clientes. Para los desayunos y la atención
del negocio durante la mañana cuentan
con la ayuda de sus hijos Fran y Ángel.
Ankar Tony. Un bar de
reciente apertura en lo que fue Mesón el Pony que está regentado por Antonio
Rodríguez Escobar. Este profesional de la barra, que ha pasado por diferentes
establecimientos, está recuperando con este nuevo local su clientela de antaño.
La atención y el servicio la comparten Antonio y su hija Jennifer.
-Nuestro
pueblo, con un bar por cada 223 habitantes, está por debajo de Sevilla y
poblaciones como Alcalá de Guadaira que cuentan con un bar cada 181 habitantes,
este índice más bajo dice mucho en favor de Castilleja del Campo-
Costumbres y tradiciones 027
Castilleja del Campo, viernes 9 de mayo de 2014