El fútbol, una tradición más de Castilleja del Campo
Por Juan C. Luque Varela, Cronista
oficial de la Villa
Vamos a comenzar recordando
una anécdota de aquellos partidos.
Ocurrió en un trofeo de las fiestas patronales de Hinojos. El San
Miguel, que por aquellos años era un equipo reconocido y con relativa fama por
su empuje y buenos resultados, llegó con
ilusión y gran animación. Los jugadores,
a falta de vestuarios como en casi todos los pueblos, se vistieron con su
equipación de blanco y azul en un almacén anejo al campo deportivo. Era una
tarde infernal para el desarrollo del encuentro. Además de la que estaba
cayendo, hacía varios días que llovía en Hinojos como no se recordaba.
–Según un paisano local-. El terreno de juego, aún siendo de arena, presentaba
bastantes charcos de agua, especialmente en una de las porterías. Precisamente
en la que ocurrieron los hechos.
Poco faltaba para finalizar el encuentro cuando un ataque
<<Hinojero>> que llegaba con fuerza y con intención de gol, se
encontró con el defensa del San Miguel, Enrique Ramírez Monge (Enrique de la
Quiqui). La entrada de Enrique dura y
contundente provocó la caída del delantero y, claro, penalti. Protestas de
Enrique y el árbitro le expulsa. Se cumple la pena máxima y gol. Nuestro expulsado, que
se quedó tras la portería mojado y embarrado, con voz y a gritos le dijo de todo y le cortó algún traje al árbitro.
Finalmente se marchó a vestuarios.
Cuando nuestro equipo, finalizado el partido por fin y entró en vestuarios, le llegó la noticia. –A Enrique
<<le dio una cosa>> y está en la casa de socorro del pueblo
<<mu malito>>. –Informó al equipo un vecino de Hinojos-. Fueron
todos a verle e interesarse por lo ocurrido. Recuperado de la lipotimia causada
por enfriamiento, vuelta a Castilleja del Campo.
Enrique, el más joven de cuatro hermanos, todos grandes aficionados,
tenía el estilo y el ímpetu de su hermano Marcial, duro en las entradas y
disparo fuerte, además de larga lengua.
Para Juan Calero, que a todos los jugadores le sacaba algo bueno, su
equipo maestro de mediados de los `60 estaba formado por los jugadores que alineamos a continuación.
Porteros: Cabrera o el Ruso. En
la defensa: Crespo, Adolfo y J. Marcelo.
Media: Manolito Manuel, Los hermanos Francisco y Luis de Rita y Pepe
de la Julia. Delanteros: José Luis Luque, Niño Rita y Juan el Villa.
Esta alineación era una más, ya que al contar con tantos otros
jugadores en plantilla, la formación iba cambiando a criterio del entrenador
según al los equipos que se enfrentaba, a la disponibilidad de los convocados o
de quienes pudieran desplazarse a otras localidades.
Fueron muchos los jugadores locales que dejaron su impronta en el San
Miguel en estos años. Como sería imposible
hacer un perfil de todos, nos vamos a permitir, sin que ello desmejore a todos
los demás, mencionar a los componentes de la formación arriba indicada.
La portería era como una cadena de titulares sin suplentes, si no
estaba disponible uno entraba otro de los cinco jugadores que, más o menos
bien, todos cumplían su cometido. Antonio Cabrera, un buen portero, aunque tenía algunos fallos en las
salidas, que jugó hasta que fue fichado por La Palma del Candado. Varela, que
tenía una buena salida y siempre estaba bien colocado le faltaba altura. Joselito
paraba muy bién pero se ponía muy nervioso ante los ataques de la delantera.
Con Luis de Amelia se contaba alguna vez, aunque no siempre estaba disponible. Para el entrenador de la época, Juan Calero,
el mejor y más completo de todos fue Eduardo <<el Ruso>>.
En la defensa Adolfito era insustituible como central. Un auténtico
atleta que solo su presencia imponía
respeto y temor en la delantera contraria, segurísimo en los cortes y balones por alto. Un jugador limpio que jamás
lesionó al contrario. Sus hermanos Amador y Sebastián no eran como él, dos
todoterrenos, pero nada más y Salvador
(el rubio) apenas practicó el fútbol. Resumiendo una saga que no tuvo
continuidad en la afición.
Otro defensa, el Crespo, era todo corazón y coraje, válido en
cualquiera de los dos extremos. En la izquierda Juan Marcelo, mucha furia,
rápido por su banda y buenas entradas.
La línea medular, Manolito Manuel un técnico y buen jugador que
abusaba de los regates. Luis de Rita fue
un jugador muy completo, un técnico siempre bien colocado, lo mismo defendía
que atacaba, su hermano Francisco suplía su falta de técnica con amor propio.
Pepe de la Julia otro gran jugador, muy técnico también, que pasaba el balón a
los pies del delantero, quizás con menos fuerza que otro, pero muy trabajador.
Delantera, José Luis Luque (cartero) un extremo derecha rápido, con un
gran regate y perfectos lanzamientos al
centro. Niño Rita, fue uno de los mejores jugadores de fútbol local, zurdo que igual utilizaba las piernas como la cabeza,
rápido y con buena cintura para driblar. Terminamos con el extremo izquierda,
Juan el Villa, controlaba y se desmarcaba
de la defensa contraria y tiraba bien a puerta.
José María Rodríguez Sánchez, conocido en el mundo futbolístico con el
nombre de <<Niño Rita>>, fue otro de los jugadores de nuestro
pueblo que ficharon en equipos de mayor prestigio. El Cartaya fue su destino
deportivo y en compensación por el fichaje, el nuevo equipo de nuestro mejor
jugador, invito al San Miguel a jugar en aquella localidad.
Para terminar, y como estamos en Cartaya, viene al caso descubrir la
anécdota ocurrida en aquel encuentro.
Desplazarse el San Miguel a Cartaya era poco menos que ir a jugar la UEFA
a Europa. En los desplazamientos, con que el equipo saliese con una hora de
antelación del partido era suficiente, en este caso no fue así. En esta ocasión
hasta tuvieron que almorzar en el camino.
En estos años, además de Eugenio Pozo, se contrataba el servicio con Transportes
Jurado de Pilas, que dicho así parece que estemos hablando de una empresa <<Pulman
Bus>>, cuando en realidad eran unos furgones capaz de meter 12 0 15
pasajeros en plan transporte de ganados.
A final de la comida que
sirvieron en <<Casa de los gordos>> de Huelva, el camarero reclamó
a José Luis Calero, hermano del
Presi-entrenador, 10 pesetas más que al resto del equipo, a lo que el jugador
se negó porque el menú tenía precio cerrado. Después de una acalorada discusión
en la que tuvo que intervenir el Presidente, se aclaró que su hermano había
pedido de postre cabello de ángel
saltándose el menú contratado. Juan Calero tuvo que dar la cara y
también las pesetas para salir airoso del lance.
El mar sabor que dejó el postre
quedó endulzado por el recibimiento que le depararon en Cartaya. Hasta los
carteles que anunciaba el encuentro le daban honores inmerecidos con frases y
palabras que no coincidían con los méritos de nuestro equipo. << ¡Campeón
de Primera Regional de Sevilla! >> Todos coincidieron, pero se callaron,
que se refería al equipo de Castilleja de la Cuesta.
Terminado el partido, lógicamente ganaron los locales, todos al
<<bus pileño>> y para casa antes que obscurezca. Bueno eso
esperaban ellos, pero o contaron con que el vehículo se tomaría su tiempo para
recorrer otra vez los kilómetros que ya había realizado en la ida. -¿Qué cuando
llegaron? –De madrugá-. Aquí, en la Gasolinera, un establecimiento con servicio
de bar de 24 horas, esperaban preocupados e impacientes algunos padres de los
expedicionarios.
En el
próximo artículo finalizaremos con el relato de los últimos años de la década de los 70 y nos acercaremos al
cincuentenario de la historia del fútbol en Castilleja del Campo.
Historia
032. Castilleja del Campo, martes 14 de abril de 2015